domingo, 13 de enero de 2013

El Leñador

Érase una vez un leñador que vivía en uno de los bosques irlandeses. Había vivido ya en España, Finlandia, Noruega y Suiza, mas venía de los bosques amazónicos del Perú; por lo que ya estaba familiarizado con seres extraordinarios de los bosques.

Su familia trabajaba en bosques talando de manera artesanal. Y el fue aprendiendo el oficio de la familia. Pronto se convirtió en un gran leñador de oficio; tanto así que lo llamaban a trabajar en varios países. Es por eso que estuvo en todos esos países europeos aparte de Perú.

Aún recuerda cuando vio la silueta de un Chullachaqui cuando niño. Ya en Europa, al ir a España, vio cuernos de unicornios regados en el suelo del bosque en donde vivía en esa época. En los bosques helados de Noruega divisó campamentos abandonados de gigantes de hielo cerca a unas cuevas, y una armadura vikinga. Y no muy lejos, en Finlandia, compartió un bar con algunos enanos guerreros. Suiza fue el único lugar "tranquilo" para él.

Se prometió nunca hablar de estos suceso. Hasta lo que le sucedió en Irlanda...

Antes que nada: ¿Sabes qué sucede en Irlanda? ¿Sabes las extrañezas que se cuentan de duendes  hadas y brujas inmersos en aquellos bosques? Si tu respuesta es si, ya te das una idea.

Lo que sucedió con nuestro amigo leñador fue algo más extraordinario que haber bebido y cantado con enanos. Un día, en sus jornadas diarias de ir a los bosques a talar, ve algo extraño en el camino: habían unas pequeñas huellas al costado del camino de tierra, junto con unas piedras puestas de manera extraña. Decidió investigar  no sin antes dejar sus cosas en el campamento maderero más adelante en el claro en el que siempre trabajaba.

Al regresar, con algunas herramientas y su siempre fiel hacha "Marta" (en honor a su madre), se dio cuenta de algo: las marcas habían cambiado. Ahora había un leve rastro de sangre y un cúmulo de polvo brillante en el suelo, que creaba un sendero al costado de las huellas.

Se decidió al seguir el sendero de huellas y el polvo; el cual desapareció a las 123 pasos. Las huellas le hicieron pasar cerca de la cabaña de un viejo ermitaño que había escuchado era muy gruñón. Aún así, como nunca había ido por esa parte del bosque, decidió preguntarle para que le diera alguna pista. Le contó lo que había visto: las huellas, las piedras, la sangre... a lo que el viejo le respondió:

-Niño tonto... es mejor que no sigas porque con cosas de las hadas y las bestias del bosque no se juega. Además, vi algo rápido que se iba al bosque oscuro. Igual, haz lo que quieras.

Y lo largó al muchacho.

Este, algo desafiante, le dio "gracias" al viejo y decidió seguir su camino. Al menos ya sabía a qué se enfrentaba. Recordó el hecho de que las hadas son unos seres tan puros que se dice que si matas a uno de ellos (pues pueden haber hadas macho), quedarías maldito de por vida teniendo que ayudar a las personas que ellas planeaban ayudar o sino quedarías atrapado entre nuestro mundo y el suyo.

"Es horrible... ¿quién sería capaz de asesinar a un hada? ¿Y para qué?", se preguntó.

A mitad de camino, las huellas desaparecieron; mas seguía aún un tenue rastro de polvo brillante que se volvió a crear unos metros después, junto con ocasionales manchas de sangre. Nuestro amigo se aferró más a su hacha y continuó su camino.

A la par, iba recordando que el bosque oscuro es popular por sus feas historias de bestias de las tinieblas que habitan ahí y de tantas brujas que han vivido ahí... que maldicieron el lugar para que puedan vivir más cómodas ahí. Muchos leñadores prefirieron no trabajar en ese bosque, por más que sean algunos de los más famosos y fuertes que se encontraban en toda Irlanda.

Ya casi de noche, el leñador llegó a las puertas del bosque oscuro. Al llegar ahí se topó con algo extraño: unos venados muertos, a medio comer y con unas manchas negras extrañas; un poco de sangre y más del también raro polvo; así como esas piedras que encontró al inicio de su travesía. Nuestro amigo se asustó mucho, mas oyó un ruido que venía de adentro del bosque que despertó su curiosidad. Por lo que decidió aventurarse en la oscuridad del bosque.

Entró siguiendo el rastro del polvo. En su mente algo le repetía una y otra vez "pésima idea", pero su curiosidad pudo más. "Si ya he visto a un Chullachaqui, duendes... me puedo enfrentar a esto", pensó. Siguiendo aún el tenue rastro, llegó a una parte donde no había más camino: ni rastro, ni huellas, ni nada; solo uno que otro puntito brillante. Se sintió desorientado y miró a todos lados. Al mirar hacía arriba, después de la espesura de los árboles del bosque, vio un arcoíris. Recordó la leyenda de los duendes y su olla con oro al final de los arcoiris, por lo que siguió el sendero que le hacía en el cielo este fenómeno. El polvo se hacía más y más tenue a medida que avanzaba... hasta que notó que volvía el polvo brillante con fuerza y, más adelante, vio una terrible escena: un hada muerta.

Fue espantoso. Recordó una vez más la leyenda de las hadas y, con eso, su estómago empezó a molestarle por el morbo que acababa de ver. Sintió cólera y pena por aquel que haya hecho eso, pues vivirá una vida desdichada por lo que le queda de existencia. Intentando sobreponerse, fue a ayudar al pobre hada, enterrándola. Cuando estaba acabando de armar el huequito, una voz tenebrosa retumbó en sus oídos.

-¿¡Qué haces!? ¿¡Qué acabas de hacer!?
-Pero yo no fui. -contestó-  Solo la estoy...
-¡No! ¡La acabas de matar! ¿¡Sabes cual es el castigo!?

Apareció un ser verde deforme junto con varias pequeñas criaturas extrañas. Era un demonio de bosque. Detrás de ellos vio a unas brujas que se acercaban y peor: a los árboles les empezaron a salir caras y brazos. Estos empezaron a soltar lamentos, llantos y levantar sus dedos acusantes contra nuestro amigo, además de culparlo por la muerte del hada.

Nuestro amigo intentó correr, pero lo encerraron. Buscó de cualquier manera escapar, mas todos los árboles lo rodearon en medio de gritos de acusación, además que el arcoíris, su única fuente de luz, había desaparecido. Intentó calmarse, pero las alimañas del demonio del bosque lo aturdían y golpeaban, haciéndole caer. Sintió que no tenía escapatoria... hasta que escuchó una voz muy dulce que lo apaciguaba. Era la voz del hada.

-No temas, amigo. -le dijo- Cierra lentamente los ojos, verás a un duende cerca. Quiero que tranquilices tus huesos y vayas durmiéndote para que él te pueda rescatar.

Sin dudarlo, hizo caso al hada. Todo su cuerpo se entumeció mientras cerraba sus ojos. En un pestañeo, vio a un duende cargando su olla con oro al lado del arcoíris que reapareció y terminaba, efectivamente, ahí en el bosque. Viendo esto...

...se durmió.

Más tarde, o mejor dicho luego de unos cuantos días, el muchacho despertó. Se encontró tirado en el suelo de una cabaña de madera. Cuando reaccionó, se dio cuenta que estaba en un bar del pueblo. Habían botellas de ron rotas en el piso y unas cuantas bonitas y con contenido a su costado, además de una de vodka. Entonces, un señor que estaba tomando, se acercó de una mesa y, al darse cuenta que el chico había despertado, fue y le preguntó:

-Oye muchacho, ¿estás bien?
-Creo que sí. - respondió.
-Entonces párate y ven a tomar algo de ron con nosotros.
-Ok.

"De seguro no saben lo que me pasó... mejor lo dejo ahí", pensó mientras iba a esa mesa llevando una botella de ron para destaparla y tomar. Quizá no tenía en mente que iba a emborracharse y bueno... los borrachos de un bar cuentan cada tipo de historias al son de los bailes y torrentes de licor... Sino no les estaría contando esta.

FIN

martes, 1 de enero de 2013

Pensamientos al azar

-¿Jugar a ser Dios? ¿Creeme Dios? Naaa... prefiero hacer las cosas como un simple humano, superarme y pedirle ayuda cuando la necesite.

-El alma al que le doy todo mi favor... es curioso ver que no tengo todo el favor de ella. Aquella alma que tiene todo mi favor pero no lo aprovecha y no se da cuenta de lo valioso que es que una persona quiera y sirva tanto a otra.

-Pareciera que en esta vida algunas personas no están diseñadas para amar o ser amados/as. El detalle es que por su manera de ser no consiguen estos objetivos. Mas esas personas, si bien sus sentimientos no interesan, tienen el deber de actuar: de ser conocidos y juzgados por lo que hacen y opinan. Es como sacrificar el amor por el transcender, actuar y cambiar su entorno de manera drástica.

-El ser humano, al depender de otro ser, se vuelve débil y vulnerable. No obstante, por naturaleza, es dependiente de Dios. Y esta dependencia los hace fuertes, pues el Dios de los hombres está con ellos.

-Un par de esposos son dos felices débiles, protegidos por un ente poderoso. Esto los hace débiles entre ellos pero fuertes ante los demás.

-El vencido no tiene derecho alguno de recriminarle o reclamarle algo al vencedor.

-La cordura a veces atrapa la mente en esta realidad. La locura te brinda la capacidad de abrir la mente a nuevas experiencias e ideas.